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La Iglesia Católica no necesita diáconos de transición

Seminaristas del Pontificio Colegio Norteamericano en su ordenación al diaconado en la Basílica de San Pedro en el Vaticano el 28 de septiembre de 2023. (Foto CNS/Lola Gómez)

Eliminar un diaconado camino del sacerdocio, no sólo es posibl,e sino necesario para imaginar un diaconado maduro y completamente formado para el futuro.

Seminaristas del Pontificio Colegio Norteamericano en su ordenación al diaconado en la Basílica de San Pedro en el Vaticano el 28 de septiembre de 2023. (Foto CNS/Lola Gómez)

Este ensayo es una selección de artículos de portada, un artículo semanal que destaca las mejores selecciones de los editores de America Media.

En una entrevista de octubre de 2023 , el cardenal Robert McElroy de San Diego y el cardenal Blase Cupich de Chicago dijeron que la Asamblea General del Sínodo sobre la Sinodalidad planteó la cuestión de “reimaginar” o “revisar” el diaconado en su conjunto. Es precisamente esta “revisión” con la que muchos historiadores y teólogos del diaconado han estado comprometidos durante muchos años, por lo que es afirmativo escuchar a dos destacados líderes de la iglesia expresar tal punto de vista.

En particular, el cardenal Cupich y el cardenal McElroy plantearon la cuestión de si seguía siendo necesario o incluso deseable ordenar a los seminaristas al diaconado antes de la ordenación al presbiterio. Esta sugerencia no es nueva. Quiero ofrecer algunas razones de por qué eliminar un diaconado de seminario (a lo que me he referido en otros lugares como un “modelo de aprendiz” del diaconado) no sólo es posible sino necesario para imaginar un diaconado maduro y completamente formado para el futuro.

A modo de introducción, debe recordarse que en la iglesia antigua y medieval temprana, la ordenación directa era común, siendo la ordenación secuencial en el patrón del cursus honorum  un desarrollo posterior que se desarrolló a nivel regional. Este sistema de “ascender de rango” fue renovado y simplificado a pedido de los obispos del mundo en el Concilio Vaticano Segundo e implementado por el Papa Pablo VI en 1972.

Cabe señalar que estos cambios afectan el Rito Latino de la iglesia. El rito de la tonsura (que llevaba al candidato al estado clerical y lo hacía elegible para recibir la ordenación posterior) fue suprimido, al igual que las órdenes menores de portero, lector, exorcista y acólito. El Papa Pablo retuvo las funciones de lector y acólito como ministerios laicos que ya no requerían ordenación. Finalmente, centró su atención en las tres órdenes principales: subdiácono, diácono y presbítero. Suprimió el subdiaconado y vinculó la entrada al estado clerical a la ordenación diaconal. Las acciones del Papa dieron como resultado los tres órdenes que tenemos actualmente: episcopado, diaconado y presbiterio.

experiencia en el ministerio

El propósito general de la ordenación secuencial era garantizar que los candidatos a las órdenes superiores hubieran adquirido experiencia en el ministerio antes de asumir mayores responsabilidades. En el sistema del seminario, la tonsura, las órdenes menores, luego el subdiaconado y el diaconado estaban todos vinculados a diferentes etapas de la formación en el seminario. Los seminaristas que se acercaban al final del proceso serían ordenados diáconos y luego enviados a un entorno parroquial por un período de tiempo antes de la ordenación al presbiterio. Esto ha sido reemplazado por un año pastoral que normalmente precede a la ordenación diaconal.

En un sentido práctico, uno podría cuestionar el propósito de exigir la ordenación al diaconado como requisito previo a la ordenación presbiteral. Por supuesto, a veces se sugiere que la ordenación diaconal es esencial para quienes están en camino al presbiterio (y al episcopado) porque los cimenta en el fundamento de todo ministerio: la diaconía de la iglesia . Si bien esto suena razonable, también parecería cierto que todo ministerio, laico, religioso y ordenado, debe basarse en la diaconía y, por lo tanto, es más un efecto del bautismo que del orden sagrado.

La nueva edición del Programa de Formación Sacerdotal de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. incluye una “Etapa de Síntesis Vocacional”, durante la cual un seminarista-diácono iría “fuera de los muros” del seminario a una asignación parroquial durante un período de tiempo, probablemente de seis a 12 meses. El texto se esfuerza en declarar que ésta no es una etapa en la que el seminarista esté recibiendo una formación “en el trabajo”, sino que está adquiriendo una apreciación más plena de las exigencias y bendiciones del estado clerical. Aún así, toda la sensación de esta sección del programa de formación es la de un aprendizaje, ya que el seminarista-diácono se incorpora a la comunidad del clero dentro de la diócesis, una incorporación que todavía se centra en su eventual ordenación al presbiterio, no una apreciación del diaconado en su propia identidad sacramental. La “meta” sacramental está por delante.

Finalmente, quisiera señalar además que la formación de un seminarista, por más larga que sea, se centra en una dirección: el presbiterio. En ningún momento el seminarista discierne una vocación al diaconado, que sirve simplemente como un paso final en su preparación para el presbiterio. Es verdaderamente un modelo de aprendizaje. Pero una vocación a una orden no supone ni debe presumir una vocación a otra.

las palabras importan

Teniendo esto en cuenta, pasemos a dos consideraciones principales que se revelan en el lenguaje utilizado a menudo para describir el diaconado.

Primero, debemos retirar inmediatamente el uso de adjetivos para describir a un diácono como diácono “permanente” o diácono “transicional”. Desde hace décadas, eruditos y obispos han señalado que existe un solo Orden de Diáconos, así como hay un solo Orden de Presbíteros y un Orden de Obispos. Todas las ordenaciones son permanentes, por lo que llamar a un diácono “permanente” es redundante, y llamar a un seminarista diácono diácono “transicional” es sacramentalmente incorrecto. Todos los diáconos son permanentes. ¡No nos referimos a un presbítero que luego es ordenado obispo como sacerdote “de transición”!

La USCCB lo reconoció hace años y cambió el nombre de la secretaría responsable del diaconado. Se la conocía como Secretaría del Diaconado Permanente, y el actual Comité de Obispos responsable se conocía como Comité del Diaconado Permanente. A mediados de la década de 1990, se eliminó la palabra “permanente” tanto del nombre del comité como de su secretaría de apoyo. Aunque esto se hizo hace décadas, todavía encontramos referencias a hombres que son ordenados al diaconado permanente o al diaconado de transición, como si hubiera dos órdenes separadas de diáconos.

¿Por qué es esto tan importante? Porque las palabras importan. Pensar en el diaconado como una parada temporal en el camino hacia otro lugar minimiza el significado sacramental del lugar donde ya nos encontramos. ¿Cuántos diáconos-seminaristas han escuchado comentarios el día de su ordenación diaconal: “Bueno, ya casi has llegado, ¿no?” ¿Y cuántos de los llamados diáconos permanentes han escuchado: «Está bien, entonces, ¿cuándo es tu verdadera ordenación?» es decir, «¿Cuándo serás ordenado presbiterio?» Un diácono recién ordenado recuerda que un miembro de su familia comentó después de su ordenación que la ceremonia “fue casi como una ordenación real”.

Un diácono es un diácono es un diácono. Mantener un modelo de aprendiz en el seminario diluye y distorsiona todo esto.

En segundo lugar, el modelo de aprendiz perpetúa una imagen distorsionada del diaconado. El diaconado, tal como lo experimenta un seminarista, es en gran medida litúrgico, basado en la escuela y, si el seminarista tiene suerte, en la parroquia. Esto tiene sentido si el diaconado es visto como una especie de “formación en el trabajo” para el presbiterio. Pero no refleja las realidades, los desafíos y el compromiso de por vida con el diaconado que enfrentan otros diáconos que no aspiran ni se preparan para el sacerdocio. Los diáconos se forman según las normas emitidas por la Santa Sede en 1998 y, aquí en los Estados Unidos, por dos ediciones sucesivas del Directorio Nacional para la Formación, el Ministerio y la Vida de los Diáconos Permanentes en los Estados Unidos .

Una visión histórica y de futuro

Desde el principio, los candidatos a diácono son desafiados a ser competentes en la triple munera de Palabra, Sacramento y Caridad, y nadie debe ser ordenado si no lo es. No hay nada de “transición” en la formación diaconal. El énfasis está en la identidad sacramental del diácono- diácono (en contraste con el sentido de diácono- futuro sacerdote) y las responsabilidades ministeriales que se derivan de la ordenación diaconal.

Esta comprensión no es nueva. El 2 de junio de 1563, en el Concilio de Trento, el obispo de Ostuni, Giovanni Carlo Bovio, de 41 años, ofreció la siguiente intervención:

Deseo que se restablezcan las funciones de subdiácono y diácono, cuidadosamente escogidas de las palabras de los santos Padres y de los decretos conciliares, especialmente las de los diáconos. La iglesia siempre ha utilizado sus servicios, no sólo en el ministerio en el altar sino también en el bautismo, en el cuidado de los enfermos, las viudas y los que sufren. Finalmente, todas las necesidades del pueblo son presentadas al obispo por los diáconos. También deseo… un período más largo entre órdenes, al menos tres o cuatro años, en el cual pueda ministrar en su orden y servir bien en su cargo, y luego se le permitirá pasar a una orden superior.

Esta descripción me parece interesante y útil. En primer lugar, ofrece una visión del diaconado que es a la vez histórica y prospectiva. Esas antiguas funciones del diácono siguieron siendo necesarias en el siglo XVI del obispo Bovio y en el nuestro XXI. Está la conexión tradicional del diácono con el obispo, un aspecto del diaconado que necesitamos urgentemente recuperar de manera más sustantiva, y está la preocupación de que la orden de los diáconos no sea tratada como un funcionario ceremonial mientras se dirige al presbiterio, sino ser apreciado por derecho propio. Desafortunadamente, la intervención del obispo no llegó a los textos finales del Concilio de Trento.Americamagazine.org

Por el diácono William T. Ditewig

El diácono William T. Dtewig

Exégesis de la homilía para los diáconos

Preceptos que ayudan a los diáconos en contextos de homilía, pastoral y formación

Los diáconos rara vez reciben suficiente formación bíblica antes de la ordenación, por lo que la educación continua es imprescindible. La exégesis es un elemento integral en la preparación de la homilía y el ministerio bíblico. Como enseñó el Papa Pío XII en Divino Afflante Spiritu , el sentido literal de las Escrituras es primario, un fundamento para todos los demás niveles de significado. Los siguientes son preceptos interpretativos, homiléticos y didácticos que ayudarán a los diáconos a involucrarse, exponer e iluminar orgánicamente el texto tanto en las homilías como en contextos de cuidado pastoral y formación.

Relevancia eterna y existencial. Los acontecimientos, personajes y desafíos de la Biblia reaparecen en nuestras vidas. Necesitamos identificar y responder continuamente a estas conexiones. Este es el punto de partida para la espiritualidad y el ministerio bíblico, así como para la preparación para la homilía.

Tensiones orgánicas. Periódicamente nos encontramos en desacuerdo con la Biblia, en una intensa lucha con ella, una agonía (lucha), para usar el término bíblico, porque los caminos de Dios no son los nuestros. Para usar la frase favorita del Papa San Pablo VI, nos guste o no, Dios nos prueba para nuestro mejoramiento, aunque en ese momento difícilmente lo parezca (cf. Heb 12:11). Incluso Jesús experimentó esta sana tensión, ofreciendo así una evidencia dramática de su humanidad.

En medio de los altibajos del ministerio diaconal, debemos abordar la Biblia como un viaje hacia la plenitud/completación ( shalom ) en lugar de la perfección abstracta (cf. Mt 5:48). El diablo menosprecia y desanima, mientras que el Espíritu aboga y trae paz y perdón. ¿Vivo con esperanza y la apoyo en los demás?

Discernimiento. Las primeras impresiones son significativas pero no concluyentes. Pueden ser incompletos e incluso contrarios a nuestra eventual interpretación. Como se transmite en las Bienaventuranzas y el Misterio Pascual, Dios pone nuestro mundo patas arriba. Jesús continúa invirtiendo nuestro entendimiento y refinando nuestra sensibilidad. El discernimiento diaconal requiere prestar atención y responder al flujo espiritual y moral, lo que podríamos denominar signos divinos y humanos.

El Verbo hecho carne. La aceptación de la humanidad de Jesús, la Biblia, la nuestra y la de los demás es nuestro camino hacia el Padre. Cuanto más abrazamos la humanidad de Jesús y la Biblia, más humanos nos volvemos.

La unidad y coherencia de las Escrituras. La Biblia se interpreta a sí misma. Debemos leer un pasaje bíblico en su contexto histórico y canónico, así como contemporáneo. El ciclo cohesivo del Leccionario nos ayuda con esto.

Dinamismo. La palabra de Dios no está estancada. Nunca podremos agotar el significado de la Biblia. Dios continúa abriendo nuestros ojos a sus implicaciones más profundas y amplias. De acuerdo con el principio del desarrollo de la revelación, Dios nos ayuda a madurar y a estar más dispuestos a las verdades que revela. Dios nos impulsa a seguir adelante y así debemos fijar nuestra mirada. Concéntrate en Jesús y deja el pasado a Dios.

Principio 1 de Pedro: La carne es débil (cf. Mt 26,41). A todos nos falta fidelidad a la palabra. La perseverancia en la misericordia y el perdón (cf. Mt 18,21-35) y el complemento litúrgico de la palabra, la Eucaristía, es literalmente nuestra salvación (cf. Jn 6,51-58). ¿Estamos dispuestos a predicar, enseñar y practicar esto en medio de la oposición? ¿Cómo vería Jesús nuestra cultura de tolerancia cero y cancelación, especialmente tal como se manifiesta dentro de la Iglesia?

Principio 2 de Pedro: Ocuparnos de nuestros propios asuntos (cf. Jn 21,21-22). Necesitamos protegernos de la tendencia a aplicar reflexivamente la Biblia de manera crítica o moralista a otros o de predicarles o enseñarles. El mensaje y los desafíos para nuestra vida son suficientes (cf. Mt 6,34). Que Dios, padre de las misericordias, sea juez (cf. 1 Cor 4,4-5; 2 Cor 1,3-4). Trate de vivir la palabra, compártala cuando sea apropiado y luego apártese.

Atiende los fundamentos. Las repeticiones, los detalles, el vocabulario, la gramática, las discontinuidades, el flujo, los símbolos/imágenes y el contexto son medios matizados a través de los cuales los autores inspirados se comunican. Estos nos permiten escuchar la voz suave y apacible (cf. 1 Reyes 19:12).

Práctica y Perseverancia. Rara vez percibimos las cosas con claridad la primera vez. Nuestra comprensión puede profundizarse y ampliarse o embotarse con la repetición y la familiaridad. En preparación para la Misa dominical, y especialmente cuando predicamos, debemos reflexionar sobre las lecturas durante varios días y sesiones. Mantén el rumbo en medio de las distracciones y obstáculos a través de los cuales Dios puede podarnos. Con la perseverancia (que engendra la paciencia), salvaremos la vida (cf. Lc 21,19).

Escriba: Diario con las Escrituras. Así como las Escrituras son la palabra escrita de Dios para nosotros, en un diario respondemos de la misma manera. A veces, escribimos cosas que van más allá de nuestra conciencia superficial. Llevar un diario puede ser útil tanto en la lectio divina como en la preparación de la homilía. Los monjes medievales compilaban diarios basados ​​en sus reflexiones inspiradas en la lectio divina . También podemos anotar nuestra Biblia. El acto físico de escribir es orgánico para la Biblia.

Párate sobre los hombros de los demás. Con una herencia tan rica de sabiduría interpretativa y de base a nuestra disposición, seríamos tontos si limitáramos nuestras reflexiones a nuestros propios recursos. No interpretamos ni respondemos a la Biblia en el vacío.

Dados los diversos antecedentes, ministerios y formación exegética de los diáconos, la digestión de los incisivos escritos del cardenal Carlo Martini, SJ (cuya competencia en crítica textual se caracteriza por la síntesis de matices), puede fomentar la emulación de su aguda sensibilidad interpretativa y expositiva.

Ejercita la creatividad receptiva con la palabra. Siga el ejemplo de los autores bíblicos que no adoptaron un enfoque rígido y literal. No se dejaron constreñir por la letra a expensas del Espíritu (cf. 2 Cor 3,6). Esto también es válido para la exégesis rabínica, patrística y monástica.

Los expositores lúcidos desarrollan la habilidad de leer entre líneas y extraer en oración de las experiencias de la vida. Jesús y los profetas y escritores bíblicos usaron su imaginación de manera responsable y accesible, y nosotros también deberíamos hacerlo.

Ser uno mismo. Haz lo que puedas, no lo que no puedas. No compares ni compitas. Conozca y gestione sus fortalezas y debilidades, esté abierto a críticas y sugerencias constructivas, aprenda de los errores y confíe lo mejor de sí.

Síntesis. Proyectate en el texto y considera cómo te habla. Si no hay ninguna conexión aparente, crea una y lucha con ella. Como lo dramatizaron Jeremías y Ezequiel, Dios a menudo elige hablar en medio de pérdida/vacío, ambigüedad y disonancia/conflicto. La desolación puede dar paso al consuelo en el tiempo y la manera de Dios y al mismo tiempo contribuir a nuestro crecimiento en la virtud. Sea consciente de las sutiles tentaciones de inyectar prejuicios eisegéticos y quejas crónicas que nos desgastan a nosotros y a nuestra audiencia. Cuando nos encontramos en una rutina, un descanso o una desviación puede ayudar.

La homilía inspirada no se trata de proyectar e “iluminar” a los demás, sino de compartir dialógicamente cómo la Palabra nos habla y nos juzga (cf. Jer 23,29; Heb 4,12). La sinceridad inspira a quienes están tan dispuestos a un encuentro personal con la palabra de Dios.

Hoy en día existe una tendencia a descartar incluso la erudición básica y la estimulación intelectual como académicas y abstractas y, por tanto, inapropiadas para una audiencia general. Así, en lugar de elevar a los demás, nos conformamos con derribar el material y a nuestra audiencia.

Sin saberlo, podemos permanecer en el nivel superficial de tópicos y moralizaciones simplistas y así evitar un encuentro íntimo con la Palabra. Podemos engañarnos a nosotros mismos y a nuestra audiencia mediante la explotación de los carismas y la inclinación por el entretenimiento. Las personas en cualquier actividad o campo obtienen mejores resultados cuando están equipadas para un desafío. Esforzarse es mejor que conformarse.

Un nivel manejable de estudio nos ayuda a discernir de dónde vienen los autores inspirados, los desafíos que enfrentaron y el mensaje que pretendían. De lo contrario, corremos el riesgo de convertirla en nuestra palabra, en lugar de la de ellos y la de Dios.

Por mucho que nos gustaría controlar los resultados y hacer que los resultados sean una función directa de los esfuerzos, estamos limitados por las circunstancias, las contingencias y la providencia. Como nos recordó Santa Teresa de Calcuta, Dios no nos pide que seamos exitosos, sino fieles. Hacemos lo mejor que podemos y dejamos el resto a Dios.

La forma en que otros responden está fuera de nuestro control. Hacer frente a reacciones inesperadas o inmerecidas siempre que surjan. ¿Quién sabe cómo Dios puede estar obrando en esa persona y en nosotros? Nuestro llamado es a disponernos a la palabra de Dios, hacer un esfuerzo sincero y competente, y discernir la respuesta de Dios a cambio, junto con la de aquellos con quienes compartimos e interactuamos. Adapte y personalice los principios antes mencionados a sus necesidades y circunstancias, y age quod agis , es decir, haga lo que está haciendo.

KARL A. SCHULTZ es un facilitador de misiones y retiros internacionales sobre temas de espiritualidad diaconal y preparación homilética, lectio divina, teología del cuerpo, sufrimiento y cuidado, espiritualidad masculina y conyugal, colaboración activa, San José y las enseñanzas de San José. . Pablo VI. Sus sitios web son karlaschultz.com y karlpresents.com .

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Personalizando la palabra

En Evangelii Gaudium (“La alegría del Evangelio”), el Papa Francisco dice: “El predicador ‘debe ante todo desarrollar una gran familiaridad personal con la palabra de Dios. El conocimiento de sus aspectos lingüísticos o exegéticos, aunque ciertamente necesario, no basta. Necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante, para que penetre profundamente en sus pensamientos y sentimientos y suscite en él una nueva mirada.’ Es bueno que renuevemos nuestro fervor cada día y cada domingo mientras preparamos la homilía, examinándonos para ver si hemos crecido en el amor por la palabra que predicamos. Tampoco debemos olvidar que ‘el mayor o menor grado de santidad del ministro tiene un efecto real en el anuncio de la palabra’. Como dice San Pablo: «Hablamos no para agradar a los hombres, sino para agradar a Dios, que prueba nuestros corazones» (1 Tes 2,4). Si tenemos un vivo deseo de ser los primeros en escuchar la palabra que debemos predicar, esto seguramente será comunicado al pueblo fiel de Dios, porque «de la abundancia del corazón habla la boca» (Mt 12,34). Las lecturas dominicales resonarán con todo su esplendor en el corazón de los fieles si primero lo han hecho en el corazón de su pastor” (n. 149).

por Karl Schultz en The-deacon.com

El poder de la oración : La llamada del diácono a orar diariamente

Santa Teresa de Lisieux dijo una vez, respondiendo a la pregunta de qué es la oración: “Para mí, la oración es un impulso del corazón; es una simple mirada dirigida al cielo, es un grito de reconocimiento y de amor, que abarca tanto la prueba como la alegría” ( Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2558 ). El Catecismo señala que la oración tiene un componente de alianza y es toda la persona la que ora, tanto con palabras como con gestos. “La Escritura habla a veces del alma o del espíritu, pero más a menudo del corazón (más de mil veces). Según las Escrituras, es el corazón el que ora. Si nuestro corazón está alejado de Dios, las palabras de la oración son en vano” (n° 2562). Y “El corazón es nuestro centro oculto. … El corazón es el lugar de decisión. … Es el lugar de la verdad. … Es el lugar del encuentro” (n° 2563).

Hay una clara razón por la que comparto esta correlación entre el corazón y la oración. A finales de febrero de 2023, sentí un dolor grave en el pecho mientras quitaba la nieve del camino de entrada. Por lo general, descartaría este dolor como algo temporal que simplemente «desaparecería». Sin embargo, algo en el fondo decía que debía comprobarse. Gracias a Dios conocí a un cardiólogo que me recomendó hacernos un cateterismo. Resultó que tenía varios bloqueos en los que no se podían insertar los stents y al cabo de una semana me realizaron una cirugía a corazón abierto.

Durante mis cuatro días de estancia en el hospital, hubo muchas visitas. Mi esposa estaba conmigo todos los días y oraba conmigo. Mis hijos vinieron y también oraron. Un ministro eucarístico de una parroquia local me visitó, me trajo la Comunión y oró. El capellán del hospital, un sacerdote católico, también me trajo la Comunión y pasó tiempo conmigo en oración.

Cuando regresé a casa para un período de recuperación de seis semanas antes de regresar a mi trabajo en el seminario, todos los días recibían por correo al menos dos o tres tarjetas de los feligreses de las dos parroquias a las que sirvo: “Estamos orando por tú.» “Damos gracias a Dios por guiar las manos del equipo médico y de enfermería”. “Te amamos y esperamos con ansias tu regreso a la parroquia”. “Orando por una pronta recuperación”.

¡Los profesores, el personal y los estudiantes del Seminario y la Escuela de Teología del Sagrado Corazón, los estudiantes del programa de predicación de formación de diáconos de la Arquidiócesis de Milwaukee, los miembros de la comunidad del presbiterio y el diaconado, mi familia, mis vecinos, mis amigos y mi pastor estaban todos orando por mí! Esas oraciones me levantaron, fueron una parte considerable de mi curación y me acercaron a Jesús. Sabía que Dios me había dado una nueva oportunidad de vida. Mis oraciones se convirtieron constantemente en una conversación con Dios, agradeciéndole por su gracia, el don de la vida y el reconocimiento de que la distancia entre esta vida y la eternidad es bastante cercana.

A lo largo de mis 30 años de ministerio diaconal , que han incluido cuatro años de ministerio de tiempo completo en hogares de ancianos y hospitales como director de atención pastoral, numerosas personas me han preguntado si oraría con y por ellos, es decir, oraría por su curación. para una muerte pacífica o para el restablecimiento de las relaciones. ¿Con qué frecuencia, hermanos diáconos, alguien ha venido a vosotros después de Misa y os ha pedido que oréis por él? Tienen una próxima cirugía. Sus familiares están muriendo. Sus puestos de trabajo están en peligro. Sus hijos han rechazado el llamado de Dios.

La oración es una conversación entre nosotros y Dios. A veces, somos nosotros los que hablamos y esperamos que Dios esté escuchando. Otras veces, Dios nos habla y espera que le estemos escuchando. Los diáconos están llamados a orar diariamente, tanto personal como comunitariamente. A menudo podemos ser el conducto de una conversación con Dios. ¡Nunca olvides el poder de la oración!

DIÁCONO STEVE KRAMER, D.Min., es director de homilética y profesor asociado de estudios pastorales en el Seminario y Escuela de Teología del Sagrado Corazón en Hales Corners, Wisconsin.

Por el diácono Srteve Kramer en The-deacon.com

El pequeño camino (diaconal) de Santa Teresa de Lisieux

Imagen de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz

Entre la convocatoria del Concilio Vaticano I (1869) y el Concilio Vaticano Segundo (1962), dos movimientos del Espíritu Santo aparentemente no relacionados resonaron simultáneamente dentro de la Iglesia: el primero, el llamado a restaurar el antiguo orden de los diáconos permanentes; el segundo, la creciente devoción popular hacia una oscura monja francesa, Teresa de Lisieux .

Las raíces del diaconado permanente se remontan a los primeros días de la Iglesia, mientras que Teresa de Lisieux (1873-97) irrumpió en la conciencia de la Iglesia a principios del siglo XX. Lo hizo con una rapidez tan inexplicable que, antes de su muerte en 1914, el Papa San Pío X se referiría a ella, tanto en privado como proféticamente, como “la santa más grande de los tiempos modernos”, como dice el prefacio de la edición que aquí reseñamos. (cf. pág. 15). ¿Podría ser que la intersección de estos dos movimientos, origen de uno antiguo y del otro moderno, hubiera ayudado a preparar el escenario para una renovación en la Iglesia que continúa hasta nuestros días? Una nueva mirada a “Historia de un alma”, la autobiografía de Santa Teresa, proporciona un medio para examinar esta cuestión con renovado interés y relevancia para nuestros tiempos.

“ Historia de un alma ” (OSV, $29,95) nos introduce no sólo en los eventos y circunstancias únicos de una persona notable, sino también, como sugiere el título, en la vida espiritual oculta de un alma santa. Escribiendo no para consumo popular sino a instancias de superiores religiosos, la hermana Thérèse cuenta su historia con notable transparencia. Y, sin embargo, las lecciones que obtiene al volver a contar su viaje espiritual –particularmente sus enseñanzas sobre la caridad– sorprenden tanto al lector por su frescura y perspicacia que, exactamente 100 años después de su muerte, el Papa Juan Pablo II la declararía la Doctora más joven de la Historia. Iglesia.

Su historia se publica

El Carmelo de Lisieux publicó la primera versión de la autobiografía en el primer aniversario del fallecimiento de Teresa, principalmente en beneficio de la orden carmelita. Pronto se corrió la voz sobre el libro, junto con muchos relatos de favores milagrosos atribuidos a su intercesión. En realidad, la publicación inicial y cada versión editada posterior proporcionaron una fusión de «tres manuscritos diferentes, dirigidos a tres personas diferentes, durante tres años diferentes», escribe el traductor John Clarke, TOC, en la Introducción a «Historia de un alma». : La autobiografía de Santa Teresa de Lisieux (la pequeña flor) [La traducción autorizada al inglés de los manuscritos originales inalterados de Teresa]” (Publicaciones ICS, $ 13,95).

El título del libro proviene de la frase inicial del primer manuscrito escrito en 1895. Dirigiéndose a Sor Inés de Jesús, conocida por Teresa como priora y como Paulina, su hermana mayor, escribe: “Es a ti, querida Madre, a quien Estoy a punto de confiar la historia de mi alma” (p. 3). Sor Teresa tardó un año en escribir el relato de su infancia y juventud, desde su primer recuerdo “de sonrisas amorosas y caricias tiernas” (p. 28) hasta el día de su profesión perpetua, momento del que escribe: “océanos de gracia… inundó mi alma” (p. 132).

Mientras tanto, Teresa experimentó las tormentas de la vida que sólo alguien con un corazón “naturalmente sensible” (cf. p. 120) conocería. Las pruebas de su infancia incluyeron la muerte de su madre cuando Teresa tenía sólo cuatro años y, a los nueve, el abandono que sintió por la pérdida de Paulina de la vida religiosa. De estos momentos, escribe: “La vida se extiende ante mí tal como es realmente, llena de sufrimientos y frecuentes separaciones” (p. 32). A la edad de 10 años, Thérèse enfermó extraordinariamente, tanto física como psicológicamente, en un estado caracterizado por agotamiento, delirios y alucinaciones. Durante largos períodos de tiempo, su condición la dejó postrada en cama e incapacitada.

Pero sus pruebas también fueron recibidas con gracias milagrosas. El 10 de mayo de 1883, Teresa atribuyó la curación de la misma enfermedad a la Santísima Virgen: mientras su padre y sus hermanas oraban desesperadamente junto a su cama, vio una estatua de Nuestra Señora de la Victoria “cobrar vida” (p. 37). Otro favor sobrenatural fue concedido el 25 de diciembre de 1886, cuando la desilusión se convirtió en ocasión de gracia.

Recuerda cómo “Papá” se había olvidado de la tradición navideña anual de esconder regalos dentro de los zapatos junto a la chimenea. Sin embargo, esta gran decepción se convirtió en una inmensa gratitud por el regalo de la salvación. Llamándola “la gracia de la conversión completa” (p. 53), Teresa explica cómo Jesús “realizó la obra que yo no había podido hacer durante todos estos años” (p. 54). En ese instante, el Señor transportó a Teresa de Navidad al Viernes Santo y a Pentecostés dándole “un celo ardiente hasta entonces desconocido” (p. 55). Ella lo cuenta así: “Me sentí consumida por la sed de almas y deseaba arrebatar a cualquier precio a los pecadores de las llamas eternas del infierno” (p. 55). En este singular momento de gracia, Teresa se convierte en apóstol de Cristo.

‘Historia de su vocación’

Teresa se refiere a su primer relato manuscrito como la “historia de su vocación” (p. 65). Esto incluye su petición inusual pero decidida de ingresar a la vida religiosa a la temprana edad de 15 años (e incorpora su apasionada súplica a los pies del Papa León XIII para que se le conceda su petición). De manera más temática, Teresa retoma la historia de su vocación en respuesta a una petición más urgente de un segundo manuscrito. Esto proviene de su hermana biológica, Marie (Hermana María del Sagrado Corazón), quien se había enterado de los síntomas reveladores de Thérèse: tos y el ocasional gorgoteo de sangre que corría por sus labios. Durante un retiro de tres días, Teresa redacta apresuradamente el texto de su segundo manuscrito dedicado a su “pequeña doctrina”.

El relato también es teológico. Describe su lucha por descubrir su vocación leyendo el tratado de san Pablo sobre el Cuerpo místico de Cristo (cf. 1 Cor 12, 12-31). En un cuerpo con muchas partes distintas y necesarias, escribe, “no podía reconocerme entre ninguno de sus miembros” (p. 156). Reflexionando más, añade: “¿No era más bien que deseaba reconocerme en todos” (p. 156)? Al darse cuenta en un instante de que un cuerpo también necesita un corazón, grita en un momento de éxtasis de percepción: “Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación. … En el corazón de la Iglesia… ¡seré amor!” (pág. 156).

El pequeño camino (diaconal)

Cuatro meses antes de la muerte de Teresa, la hermana Agnes informa a la nueva superiora que los escritos anteriores de Teresa contienen poco sobre sus experiencias de vida religiosa. Dicho esto, en junio de 1897, le llegó una solicitud para un tercer manuscrito nuevo. Durante estas últimas semanas de su vida, coincidiendo con su sufrimiento más intenso, tanto físico como espiritual, escribe sobre “un medio de llegar al cielo por… un pequeño camino que es totalmente nuevo” (págs. 112-13).

Aquí reside no sólo el antídoto necesario contra los errores del modernismo sino también una enseñanza anticipada de la espiritualidad diaconal para un orden futuro restaurado. Al describir su aceptación total de este Pequeño Camino, escribe: “No dejaré pasar ningún pequeño sacrificio, ni una mirada, ni una palabra. Deseo aprovechar las acciones más pequeñas y hacerlas por Amor” (p. 158). Teresa revela al lector –y en particular al diácono– un modo de amor sacrificial. Es una entrega obediente, infantil, servidor sufriente por un Maestro amoroso, configurando la propia vocación a Aquel que llama, más una cuestión de ser que de hacer: “No se puede alcanzar el fin sin adoptar los medios; y como Nuestro Señor me hizo comprender que era por la Cruz que me daría las almas, [y] cuantas más cruces encontraba, más fuerte se hacía mi atracción por el sufrimiento” (p. 87).

Sor Teresa del Niño Jesús murió el 30 de septiembre de 1897, a la edad de 24 años, en la misma oscuridad que envolvió su vida como monja de clausura. Justo antes de su muerte, una hermana comentó: “La hermana Teresa no vivirá mucho tiempo y, realmente, a veces me pregunto qué dirá nuestra Madre Priora sobre ella cuando muera. … [Ella] ciertamente nunca ha hecho nada de lo que valga la pena hablar” (p. 172).

Desde su lanzamiento inicial, “Story of a Soul” ha vendido más de 500 millones de copias en todo el mundo y se ha leído en más de 50 idiomas. La edición OSV ofrece un retrato más completo de la santa al incluir el Epílogo de la priora Sor Inés de Jesús, Consejos y reminiscencias de Sor Teresa de otras hermanas carmelitas, Oraciones de Sor Teresa y Poemas seleccionados.

EL DIÁCONO ANTHONY CLISHEM, Ed.D., se desempeña como líder de la Oficina de Formación Catequética de la Diócesis de Joliet, en Illinois.

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Devoción del Papa Francisco a Santa Teresa de Lisieux

La exhortación apostólica del Papa Francisco C’est la Confiance , cuya primera línea es, traducida del francés al inglés, “Es la confianza y nada más que la confianza lo que debe llevarnos al Amor”. Francisco habla de la vida ordinaria de Teresa de Lisieux, pero el “extraordinario estallido de luz y de amor que irradiaba se hizo conocido poco después de su muerte, con la publicación de sus escritos y gracias a las innumerables gracias concedidas a los fieles que invocaban su intercesión. » (Numero 5).

“Las páginas finales de su ‘Historia de un alma’ son un testamento misionero”, señala Francisco. “Expresan su aprecio por el hecho de que la evangelización se realiza por atracción, no por presión o proselitismo” (n. 10).

Por el diácono Anthony Clishem en The-deacon.com

ORACIÓN ANTES DE CANTAR EL EXULTET (PREGÓN PASCUAL)

Padre de maravillas y milagros:
Esta es la noche.
¡Esta noche, tu Iglesia anuncia la dispersión de las tinieblas,
la esperanza de la aurora eterna, la resurrección de tu hijo!
Mientras me preparo para presentarme ante ti y ante tus hijos e hijas
para proclamar esta Buena Nueva,
dame la gracia de recordar que no lo hago solo.
Estoy en compañía de ángeles.
Estoy fuera de la tumba vacía con las mujeres que vieron y creyeron:
aquellos primeros santos heraldos de la resurrección.
Esta noche estoy con todos los que me han precedido,
esos diáconos que han cantado tus alabanzas en grandes catedrales o humildes chozas,
en parroquias, capillas y templos hechos de piedra o paja,
declarando a un mundo que espera: “¡Esta es la noche!”
Padre, tú diste voz a todos ellos,
quienes luego dieron voz a tu amorosa misericordia.
Esta noche sólo te pido esto:
Oh Dios, que me creaste para servir, ayúdame a servir a tu pueblo esta noche.
Ayúdame a darle voz a tu amor perdurable.
¡Concédeme valor para enfrentar la oscuridad
y alegría para proclamar lo que tu pueblo anhela escuchar:
que la vida vence a la muerte,
que la esperanza vence a la desesperación,
que tu hijo Jesucristo ha resucitado!
Padre Celestial, por tu gracia y misericordia, comenzamos de nuevo.
Esta es la noche en la que recordamos cómo cambió todo.
Te doy este momento en humilde gratitud por todo lo que me has dado
y por hacer todo posible.

AMÉN.

De  Un diácono ora  (Ave Maria Press)

Thedeaconsbench.com

Retiro espiritual de Cuaresma para diáconos: Una vida al servicio permanente de todo el Pueblo de Dios

<RETIROS CELAM 2024 / DIACONADO: 

Una vida al servicio permanente de todo el Pueblo de Dios

Grabación en Youtube: https://www.youtube.com/live/cGFAGbk6YEQ?si=IXKazixWhqCmOwfD

Grabación en Facebook: https://www.facebook.com/share/v/v1P1J7VuzsveGei6/

Imágenes de apoyo: Retiro 2024 CELAM Diaconado y Sinodalidad (PPTX Alirio ).pdf

“Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1 Samuel 3:10)

Tema Central: 

El mandamiento del Señor en una Iglesia sinodal: «lavaros los pies los unos a los otros» ¿En qué consiste este mandamiento? AMOR Y SERVICIO ¿Por qué no nos lavamos los pies los unos a los otros con más frecuencia?

Textos e ideas fuerza: 

• (Jn 13, 13-14) «Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy, pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.»

• “Ya no los llamo siervos, sino amigos”

• Elegidos para amar y servir

• Con Jesús somos compañeros de viaje en una misión compartida

• La llamada de Dios al servicio del reino

• Jesús enseña sobre la humildad y el servicio (Juan 13, 12-17)

Texto de la Asamblea Eclesial:

• No. 310: Reconocer y cultivar la alegría de una gran cantidad de ministros ordenados que entregan su vida al servicio de todo el Pueblo de Dios. (https://asambleaeclesial.lat/wp-content/uploads/2022/10/espanol.pdf)

PROPÓSITO:

A la luz del texto de Jn 13, propiciar una serena revisión de vida de los diáconos permanentes y demás participantes en la sesión, para renovar la sinodalidad del discipulado misionero de Cristo Servidor, bajo el amparo de San José y las voces que emergen desde la realidad e identidad del ministerio diaconal.

ITINERARIO DE ESCUCHA DE LA TRINIDAD SANTA

  1. Invocación al Espíritu Santo:  Disposición interior y contextualización
  2. A la escucha del Mesías Servidor: Aproximación hermenéutica a Juan 13, 12- 17
  3. A la escucha del Padre desde el corazón: Revisión de vida en el silencio de San José
  4. A la escucha del Señor en la realidad: Ámbitos de diaconía, voces de sinodalidad
  5. A la escucha de nuestra propia identidad: La diaconía en clave de sinodalidad
  6. A la escucha de nuestras propias inquietudes: El servicio del testimonio de conversión
  7. Alabanza y bendición final: Discípulos misioneros del Servidor

DETALLES DEL ITINERARIO

MOMENTOMENSAJE CENTRALRECURSOS
1Invocación al Espíritu Santo
10 min
Apertura a las mociones de la Santísima Trinidad, Comunidad preciosa de Amor Infinito.
Antecedentes y contexto de los Retiros Espirituales en perspectiva de sinodalidad
Disposición corporal y anímica. Conciencia del espacio y tiempo.Kairós del ser, no tanto del hacer.Incluir en nuestra oración a los que no están, diáconos, esposas, familiares que a media mañana están atendiendo asuntos laborales, ausentes por enfermedad, por estar diaconando en su hogar…No es una conferencia ni un evento académico es un encuentro eclesial, un ejercicio espiritual, un momento de intimidad con el SeñorSe trata de una visión panorámica de una misma realidad existencial: somos diáconos en configuración con Cristo ServidorEs un tiempo de discernimiento y de cultivar virtudes como la prudenciaTomar en cuenta que no somos solitarios sino solidarios. Hay una esencia sinodal en la vocación y misión diaconal“Por sus frutos los conoceréis”: Donde hay un diácono debe haber una comunidad diaconalLa sinodalidad, significa caminar juntos, ir hasta el umbralLa Iglesia es casa y escuela de comuniónEn una Iglesia en salida, el diácono “entra” y “sale” de la casa 
ESPIRITU DE DIOS HERMANA GLENDA
2A la escucha del Mesías Servidor
15 min
Aproximación hermenéutica a Juan 13, 1- 17. Un marco de referencia De Dios venimos  y a Dios volvemos.había salido de Dios y a Dios volvía” (Jn 13,3)
Una mirada a cuatro “actores” en el cenáculo.Jesús. Despojarse. Dar y recibir la vida Simón Pedro.  Un proceso de conversiónOtros discípulos. Comunidad atenta.La hermana agua. Creatura del Señor al servicio del Reino.
DOCE HOMBRES
3A la escucha del Padre desde el corazón

15 min
Revisión de vida en el silencio de San José.La mirada de nuestra vocación y misión desde el secreto y el silencio elocuente del hacer y ser la voluntad de Dios 
Viaje de ida y vuelta con San José, de la misa a la misión:Padre amadoPadre en la ternuraPadre en la obedienciaPadre en la acogidaPadre de la valentía creativaPadre trabajadorPadre en la sombra
Nuestro testimonio de servicio desde lo secreto, de lo privado a lo público, ida y regreso.Padre “diácono” en la sombraPadre “diácono” trabajadorPadre “diácono” de la valentía creativaPadre “diácono” en la acogidaPadre “diácono” en la obedienciaPadre “diácono” en la ternuraPadre “diácono”” amado
Nuestra identidad diaconal a la luz de Patris Corde
4A la escucha del Señor en la realidad:

10 min
Ámbitos de diaconía, voces de sinodalidadAntropología situada, relacional, contextualDiaconía esponsalDiaconía familiarDiaconía laboralDiaconía ciudadanaDiaconía pastoral Diaconía litúrgicaEn mi Getsemani con letra
5A la escucha de nuestra propia identidad:
10 min
El servicio del testimonio de conversión:Aportes desde la Red Iberoamericana de Diáconos Permanentes¿Qué rasgo de nuestra Espiritualidad como Diáconos contribuye más a la vivencia de la sinodalidad?Por los diáconos – El Video del Papa 5 – Mayo 2020


6A la escucha de nuestras propias inquietudes:20  minBreves ecos de las mociones entre los participantes en el zoom
7Alabanza y bendición final10  minLo que Agrada a Dios (Acordes) – Santa Teresita del Niño Jesús | Luis Alfredo Díaz

Para valorar el aporte a la sinodalidad desde nuestra vocación y misión diaconal, es muy importante reconocer la riqueza de otras formas de discipulado misionero:

ALGUNAS CITAS SOBRE DIACONÍA y SINODALIDAD: https://asambleaeclesial.lat/wp-content/uploads/2022/10/espanol.pdf

  • “La segunda parte se titula Una Iglesia sinodal y misionera al servicio de la Vida plena. Ofrece aportes para discernir la primera, dedicada a los desafíos, y a fundamentar la tercera, que ordena las orientaciones. Cumple con esta función articuladora mediante una meditación teológico-pastoral-espiritual fiel y creativa, que asume grandes líneas compartidas de distintas formas enla Asamblea, desde las ponencias hasta los grupos. Desea vincular de forma ordenada el conjunto del texto; dar cuenta de las novedades de la Asamblea como un acontecimiento sinodal inédito; iluminar el discernimiento con la Palabra meditada en el Pueblo de Dios y brindar algunos ecos de las voces del Espíritu en la actualidad. Pretende compartir, en sintonía con lo vivido y celebrado, reflexiones iluminadoras que vinculen los temas de la sinodalidad, la misión y la fraternidad en la comunidad de los discípulos misioneros, que estamos convocados a una conversión permanente” (AE, 32)
  • “Uno de los reclamos más fuertes es la necesidad de superar el clericalismo: “la tentación de los obispos y sacerdotes, que interpretan el ministerio recibido como un poder que hay que ejercer antes que como un servicio gratuito y generoso que ofrecer” (CV 98). Esta realidad también incluye a laicos y laicas que, formados en un ambiente clerical, adoptan inconscientemente las formas y las actitudes que favorecen relaciones de subordinación” (AE, 96)
  • “Al igual que el Maestro, estamos al servicio de la vida con una opción preferencial por los pobres y excluidos. Servir a la vida es denunciar la presencia del mal y anunciar la Buena Noticia de la liberación integral” (AE, 127)
  • “Con una gran unanimidad, Aparecida tomó la iniciativa de animar una Iglesia esencialmente misionera recogiendo los impulsos dados por los pontífices anteriores y por el camino pastoral recorrido por nuestras Iglesias locales y nacionales. Constituyó una síntesis de teología pastoral latinoamericana, puso en acto la eclesiología conciliar del Pueblo de Dios en misión, presentó a la Iglesia como comunión discipular y misionera centrada en Cristo y al servicio de los pueblos” (AE, 154)
  • Jesús amó “hasta el extremo” (Jn 13,1), entregó la vida por aquellos que el Padre le confió y se convirtió en el Salvador de todos.

En Pentecostés se hizo realidad el sueño de Dios sobre la humanidad. El Espíritu del Resucitado hizo nacer una humanidad nueva que proclama la fe en todas las lenguas (cf. Hch 2,1-9) y vive la novedad del amor en el servicio mutuo (cf. Jn 13,1-20.34-35). (AE, 182 – 183)

  • “La sinodalidad promueve la participación de todos según la vocación de cada uno. La identidad bautismal compartida nos mueve a enriquecer el 

vínculo entre el sensus fidei, el discernimiento comunitario y la autoridad pastoral. Por eso no hay que confundirla con una estructura particular, como un sínodo o una asamblea, o como un instrumento al servicio de la colegialidad episcopal. La sinodalidad del Pueblo de Dios y la colegialidad del Episcopado se enriquecen mutuamente de forma orgánica. La primera puede ayudar a renovar el ejercicio de la colegialidad episcopal –en los niveles local, regional y mundial– que expresa la comunión propia de los obispos entre sí, con y bajo Pedro, el Obispo de Roma, y designa la dimensión comunitaria –afectiva y efectiva– de la autoridad apostólica y pastoral de los obispos. La sinodalidad define a toda la Iglesia y se manifiesta en la vida, las estructuras, los procesos y los acontecimientos sinodales”. (AE, 192)

  • “La espiritualidad evangélica de comunión requiere convertir el poder en servicio y arbitrar instancias de cuidado y control institucional. Una asambleísta expresó: “Nosotros tenemos que recordar que la autoridad de Jesús fue de servicio y no de poder” (AE, 201)
  • “La diaconía social de la sinodalidad puede prestar un servicio a la fraternidad universal y a la amistad social, y ayudar a cultivar la justicia, la paz y el cuidado de la casa común en una sociedad globalizada y fragmentada. Se trata de una “diakonía profética en la construcción de un ethos social fraterno, solidario e inclusivo” (SIN 103)”. (AE, 205)
  • “Nuestra Señora de la Visitación es ejemplo de una Iglesia en salida y en camino, que visita y se hospeda, comunica a Jesús con la presencia, el anuncio y el servicio, ayuda con amor al que necesita y comunica la alegría de Cristo. Ella celebra las maravillas del Dios misericordioso y hace memoria de la salvación en la historia de su pueblo, canta en el Magníficat al Dios que levanta a los humildes, y contempla en el corazón los misterios de la fe en medio de la vida cotidiana” (AE, 222)
  • “No tenemos otro tesoro que éste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante, todas las dificultades y resistencias. Este es el mejor servicio –¡su servicio! –que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y naciones” (DAp 14) (AE, 240)
  • Para ser una Iglesia sinodal, la Asamblea Eclesial propone actualizar, a la luz de la Palabra de Dios y del Concilio Vaticano II, el concepto y la experiencia de Iglesia como Pueblo de Dios, en comunión con la riqueza de su ministerialidad. Crear nuevos ministerios y renovar los existentes permitiría incorporar a los laicos en general, las mujeres en particular y las personas consagradas, para que tengan participación y poder en la toma de decisiones. Esto significa retomar la dimensión ministerial de la Iglesia desde el punto de vista de la circularidad, la sinodalidad y la corresponsabilidad, porque todos estamos llamados a vivir la dignidad y la igualdad que proporciona la vocación bautismal. Al mismo tiempo requiere cultivar la alegría del ministerio ordenado –episcopal, presbiteral y diaconal– para que comunique el amor de Jesús, Buen Pastor y servidor. (AE, 299)
  • “Los ministerios, en una Iglesia toda ella ministerial, expresan la universalidad de los dones del Espíritu al servicio del bien de todos los cristianos y no cristianos. De ahí la importancia de formar para la unidad en la diversidad, valorando y fomentando los carismas y los ministerios” (AE, 300)
  • Reconocer y cultivar la alegría de una gran cantidad de ministros ordenados que entregan su vida al servicio de todo el Pueblo de Dios (AE, 310)
  • “Generar espacios ecuménicos de servicio a la sociedad, especialmente a los más necesitados, como la formación en la economía de comunión y el cuidado de la tierra, el foro ecuménico social y todo lo que contribuya al bien común” (AE, 328)
  • “La promoción de una economía solidaria y sostenible-sustentable es una  alternativa ética, que debe estar al servicio de la vida, frente a la economía dominante que mata, que sigue solamente el mercado, produce descartados, depreda la casa común y solo busca la acumulación (AE, 345)
  • Crear un servicio pastoral para el cuidado de la casa común que promueva la educación y la sensibilización ecológica. Incorporar la ecología integral en nuestra enseñanza y práctica pastoral.Emprender un proceso de concientización ecológica, inspirados en los documentos Laudato Si’ y Querida Amazonía, para favorecer la consciencia de la sacralidad y de la interrelación de todas las creaturas… (AE, 379)

Aportes desde la Red Iberoamericana de Diáconos Permanentes

¿Qué rasgo de nuestra Espiritualidad como Diáconos contribuye más a la vivencia de la sinodalidad?

  • La escucha y la confianza en la fe de la mayoría del pueblo sencillo que no quiere grandes ni pequeños discursos teológicos, sino que se les ayude a caminar con esperanza por las vicisitudes de la existencia, que se sientan acogidos y escuchados en una Iglesia que dice ser «madre», respetando la religiosidad popular que han recibido de sus ancestros y a confiar en un Dios que nos quiere y que es el que da sentido a sus vidas.

Resumiendo: Escucha y confianza en aquellos que tenemos que servir para anunciar el Evangelio de Jxto.

  • Después de reflexionar sobre tu pregunta, sin duda alguna El Servicio a los demás, teniendo prioridad por los más Necesitados, fomentando el sentido de Comunidad y Colaboración con la Iglesia, Animando siempre a la participación Activa de la Vida en Comunidad. Comunidad desde luego Cristiana y Eclesial
  • Un rasgo que mencionaría es la colegialidad, los diáconos de una demarcación determinada, actuando juntos por el bien de la comunidad, parroquial o diocesana, como un solo hombre
  • – Los diáconos somos teológicamente clérigos, pero sociológicamente seculares; esto nos sitúa como servidores del diálogo recíproco entre iglesia y mundo, espiritualidad y cultura, kerigma y periferias, es decir, servidores de la eclesiología del Concilio Vaticano II, al modo de la experiencia del encuentro entre el diác.  Felipe y el eunuco etíope (Hch. 8, 26 ss), profetas de una iglesia en salida, que camina con otros.
  • – ⁠Otro rasgo de nuestra espiritualidad es la doble sacramentalidad. Ello nos hace testigos y profetas del Amor hermoso, que sabe de esperas, de sacrificios, de celebración y gozo, de mesa compartida, de todas las dinámicas que conforman la familia. Esta experiencia vital facilita la experiencia sinodal, para la vida eclesial como familia creyente, donde nadie queda excluido.  
  • ⁠El munus regendi en el diácono adopta la preciosa forma de servicio a la caridad; como dijo el PP. Francisco al inicio de su pontificado, el poder en la iglesia es el servicio. Cualquier otro tipo de ejercicio del poder deviene en autoritarismo, división, abuso, clericalismo, elitismo, tan contrarios al evangelio, opuesto al espíritu sinodal. Si vivimos este rasgo de nuestra espiritualidad, podemos ser agentes creíbles para el cambio de paradigma, de una iglesia de solo unos pocos, a una iglesia de todos, algunos, uno; sinodal.

 Aporto por ahora estos tres que, me parecen, son dimensiones de nuestra espiritualidad que deben ponerse al servicio del proceso de conversión sinodal que lleva adelante el santo padre.

Para que sea realidad, tendremos que liberarnos de los condicionamientos ideológicos que – en no pocas partes – han reducido el servicio ministerial a lo solo cultual e institucional. “La verdad nos hará libres”, nos dice el Señor hoy en su evangelio.

  • Creo que algo que es propio de nuestra espiritualidad es la cercanía con la gente. A veces perdemos tiempo discutiendo si el Cura no nos deja hacer una homilía y nos volvemos más clericalistas.(Cosa que por otro lado criticamos)Acentuar más el valor de la escucha sin estar preparado una respuesta. Dejar que el hermano/a se exprese.Ojalá cada día pensemos como San Alberto Hurtado «para que me necesitas hoy Señor»
  • Creo que el rasgo más importante de nuestra Espiritualidad es el servicio y la entrega. El Diacono se desempeña en los dos ambitos, el clerical y laical y por lo tanto podemos llegar a mucho más destinatarios del mensaje Evangelizador
  • Considero que tal y como nos ha tocado vivir el ministerio, por lo menos en mi Arquidiócesis, debido a la forma en cómo nos ve el resto de nuestros hermanos ordenados y los laicos, a saber, medio laicos y medio clérigos, nos hemos convertido en una suerte de puente entre los dos mundos, ya que los clérigos no nos consideran unos verdaderos clérigos, y los laicos nos ven como una suerte de súper laicos, que pueden hacer “algunas cosas que hacen los curas”. Si bien eso, realmente desvirtúa nuestro ministerio, también nos permite de alguna manera interactuar en ambos mundos, y permear, asimilar e interpretar de mejor manera las visiones y opiniones de la mayoría de los miembros de la iglesia, a saber, pueblo y jerarquía, actuando como una suerte de vasos comunicantes.
  • Nuestra espiritualidad ministerial resulta muy reducida en la praxis. Ese falseamiento ha limitado al Diácono a una visión estrecha de su misión,  lo que acorta su visión profética. Eso de parecer que el Diácono es  un hombre bueno y casado, que es premiado con una especial designación, lo acerca más a la laicidad que a la consagración que reviste el grado del Sacramento del Orden que opera por todo el tiempo, y dentro del cual está el matrimonio.El grado diaconal va muriendo aunque aumente constantemente la cantidad de diáconos. Se encaminan nuevos ministerios para hacer lo que no hacemos.
  • Nuestra vivencia ministerial de la sinodalidad en la MISIÓN DE LA IGLESIA, tomaría cuerpo si el servicio diaconal estuviera alimentado de la vivencia de la correcta visión de la CARIDAD que corresponde al diácono en el apacentamiento del Pueblo de Dios, y NO es la caridad como virtud teologal que corresponde a todos los bautizados. 
  • Creo que para la sinodalidad, se requiere de saber interpretar el signo, entendimiento, escucha y discernimiento para saber qué parte del diálogo viene del espíritu del bien y qué parte del mismo, viene del espíritu del mal.
  • La caridad, ya que nuestra cercanía y solidaridad con los que más sufren, los pobres y marginados, nos recuerdan permanentemente, que somos parte del Pueblo de Dios que camina en la historia. Todo esto lo hacemos desde el acompañamiento, lado a lado, de las personas , con humildad y sin soberbia, ni pastoral, ni intelectual.Ya que la sinodalidad es caminar juntos, como una Iglesia participativa y que está en salida, para evangelizar al mundo, como nos ha pedido Jesús, el Señor.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA Directorio para el ministerio y la vida de los Diáconos permanentes

MARÍA,
Maestra de fe, que con tu obediencia a la Palabra de Dios, has colaborado de modo eximio en la obra de la Redención, haz fructuoso el ministerio de los diáconos, enseñándoles a escuchar y anunciar con fe la Palabra.
MARÍA,
Maestra de caridad, que con tu plena disponibilidad al llamado de Dios, has cooperado al nacimiento de los fieles en la Iglesia, haz fecundo el ministerio y la vida de los diáconos, enseñándoles a donarse en el servicio del Pueblo de Dios.
MARÍA,
Maestra de oración, que con tu materna intercesión, has sostenido y ayudado a la Iglesia naciente, haz que los diáconos estén siempre atentos a las necesidades de los fieles, enseñándoles a descubrir el valor de la oración.
MARÍA,
Maestra de humildad, que por tu profunda conciencia de ser la Sierva del Señor has sido llena del Espíritu Santo, haz que los diáconos sean dóciles instrumentos de la redención de Cristo, enseñándoles la grandeza de hacerse pequeños.
MARÍA,
Maestra del servicio oculto, que con tu vida normal y ordinaria llena de amor, has sabido secundar en manera ejemplar el plan salvífico de Dios, haz que los diáconos sean siervos buenos y fieles, enseñándoles la alegría de servir en la Iglesia con ardiente amor.
Amén.
https://docs.google.com/document/d/1wjUzF9bhYcq21xlbB145t4Ct9IwkIoM437CedrOJorQ/edit?fbclid=IwAR1Ew2CmSyS401rWo34S0aQe2yupVG84I24P9Y0mFBktKPf7HxoJ5kEDJLY_aem_AdvKW1QYbygY0vEDDNrmuU5mf6mGPyxF-hYQxUBQWGuwqnwkGpvTLKuXE8nEUPIVYkCD2qEr3Qok7E8zBa9jjN19

El Pregón Pascual

El cristianismo mira fijamente la muerte y ve la vida. La Vigilia Pascual lleva a los fieles al corazón de esta paradoja. Cuando las lágrimas deberían indicar una reacción impulsiva ante la muerte, un cantante solitario se enfrenta a la comunidad con un mensaje contradictorio poco después de observar la crucifixión de Jesús: “¡Alégrate!” La Proclamación Pascual convoca a huestes de ángeles, a la tierra y a la Madre Iglesia a regocijarse por el triunfo de Cristo Rey. El canto es más conocido por su título tradicional en latín, Exsultet.

Una frase icónica se repite cinco veces: «Esta es la noche». En inglés, la diferencia entre “night” y “light” es una sola letra. La paradoja resuena hasta en los oídos. Esta noche, como ninguna otra, es pura luz. Recuerda el Salmo 139:12, que considera la imposibilidad de esconderse de Dios en la oscuridad: “ni siquiera las tinieblas os serán oscuras, / la noche será tan clara como el día, / y las tinieblas como la luz” (Abbey Psalms y Cánticos).

El pronombre «esto» presenta otra paradoja. Los creyentes se han reunido por algo que sucedió en el pasado, pero el Exsultet proclama que está sucediendo en el presente. Transporta a la comunidad desde este tiempo y lugar al momento eternamente místico de la resurrección de Jesús de la tumba.

El Exsultet es una larga oración de petición, que en última instancia le pide a Dios que acepte el cirio pascual como un sacrificio vespertino de alabanza y que lo deje perseverar, brillando con su luz en un día eterno. Esta vela difunde su luz a medida que la comunidad difunde su fe.

Antes de hacer esas peticiones, el Exsultet catequiza a quienes lo escuchan, dándoles motivos para alegrarse. Los enmarca llamando al momento “las fiestas de la Pascua”. La Pascua cristiana cumple con la Pascua judía. El poder de ambas fiestas resuena durante esta noche. Así como la sangre del cordero untada en los postes de las puertas salvó a los hijos de Israel del ángel vengador de Dios, así la sangre de Cristo protege a los creyentes de la muerte.

Las cinco proclamaciones

La primera proclamación de que “Esta es la noche” da paso directamente a la primera Pascua. Después de comer cordero, los hijos de Israel comenzaron su éxodo hacia el Mar Rojo. Pasaron por sus aguas, paradójicamente, a pie seco, gracias al poder de Dios, que convirtió las olas en muros para garantizar un paso seguro. El Exsultet llama a los “hijos de Israel” “nuestros antepasados”. La paradoja continúa: los hijos son padres.

La segunda proclamación de que “Esta es la noche” se refiere a la columna de fuego que guió a Israel a su Tierra Prometida. En el viaje, Israel siguió una columna de nube de día y una columna de fuego de noche. Cuando el Exsultet dice que esta noche “destierró las tinieblas del pecado”, suscita reflexiones sobre ambas Pascuas. El pilar permitió a Israel avanzar rápidamente incluso de noche, muy por delante de los malvados enemigos. Dejó atrás las tinieblas del pecado: la esclavitud de los opresores y la desesperación de los oprimidos. Entre los cristianos, el cirio pascual significa la luz de Cristo, cuyo mensaje guía a quienes se alejan del pecado hacia el perdón salvador. El cirio pascual ha sido una columna de fuego, guiando a la comunidad desde fuera de la iglesia hacia la tierra prometida del espacio sagrado mientras todos aclaman la luz de Cristo.

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EL EXULTADO: CRISTO NUESTRA LUZ

“Como nos exhorta el Exsultet: ‘Alégrense, alégrense la tierra, mientras la gloria la inunda, resplandeciente con la luz de su Rey eterno, alégrense todos los rincones de la tierra, conociendo el fin de las tinieblas y las tinieblas’. Que esta venerable Proclamación Pascual nos sirva a nosotros y a nuestras asambleas como expresión genuina de la esperanza y la alegría pascuales”.

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La tercera proclamación de que “Esta es la noche” deja atrás la Pascua judía para describir la Pascua cristiana. En esta noche, en todo el mundo, el bautismo lleva a los creyentes del pecado a la gracia y los une a los santos de Dios.

La cuarta proclamación, “Esta es la noche”, declara que Cristo se ha liberado de la prisión de la muerte y ha resucitado del inframundo. El Credo de los Apóstoles profesa que Cristo descendió a los “infiernos”, a los que se refiere el Exsultet. A través de su muerte, Cristo entró en el inframundo, no en el infierno de los condenados, sino en el lugar de quienes esperaban la redención, incluidos los antepasados ​​que vivieron el Éxodo de Egipto. La Resurrección ha abierto la prisión de la muerte y Cristo abre el camino, paradójicamente, de la muerte a la vida.

Aquí, la quíntuple letanía se detiene para reflexionar sobre este misterio. Nacer humano no es una ganancia en sí mismo. La creación anhela la redención. La muerte de Cristo ha deshecho el pecado de Adán. Por lo tanto, la culpabilidad de Adán fue feliz porque aseguró al redentor necesario. Sin el pecado, los humanos no habrían conocido la gracia. El Exsultet plasma aquí su paradoja más sonada: felix culpa . “¡Oh feliz culpa!” La acción que debería haber traído castigo condujo a la salvación. De todas las noches de la historia, ésta es bendita porque es la única que conoció la hora en que Cristo resucitó de entre los muertos.

La quinta proclamación de “Esta es la noche” dirige la atención de la comunidad hacia el propósito de su reunión: esta Vigilia Pascual convierte la noche en día. La luz que se difunde dentro de la iglesia revela el poder santificador que “disipa la maldad, lava los caminos de las faltas, / devuelve la inocencia a los caídos y la alegría a los dolientes, / expulsa el odio, fomenta la concordia y derriba a los poderosos”. Esta noche iluminada cambia la historia.

Habiendo proclamado por qué “Esta es la noche”, el Exsultet pide que el Padre acepte la vela y deje que su luz persevere.

Aplicaciones

El Exsultet expresa la creencia central del cristianismo y aviva la fe. El mensaje resonará aún más si se presta atención a algunos detalles.

Luz de una vela. El cirio pascual debe estar hecho de cera y renovarse cada año (cf. Congregación para el Culto Divino, “Carta circular sobre la preparación y celebración de las fiestas pascuales”, n. 82). Incluso si a la parroquia le quedan muchos centímetros de la vela del año pasado, debería retirarla para fines devocionales en un espacio más privado para la oración. La novedad y la altura de la vela expresan el brillante mensaje del Exsultet. La vela de cera se sacrifica para proclamar su mensaje de luz en la oscuridad, de vida frente a la muerte.

Luces eléctricas. La rúbrica que más se pasa por alto en la presentación de la Vigilia Pascual en el Misal Romano puede ser la siguiente: Cuando el cirio pascual se coloca en su soporte cerca del ambón o en el medio del santuario, y antes del comienzo del Exsultet, la rúbrica dice: “Y se encienden luces en toda la iglesia, excepto los cirios del altar” (n. 17).

Esas son las luces eléctricas. Muchas parroquias cantan el Exsultet íntegramente a la luz de las velas. A veces incluso proclaman las lecturas del Antiguo Testamento a la luz de las velas. Pero las rúbricas prevén algo más. La luz de Cristo es tan fuerte que también enciende las luces eléctricas. La luz inunda por completo la iglesia antes de que comience el Exsultet para que su paradójico mensaje resuene con toda su fuerza. Esta vela, esta luz de Cristo, ha traído todo su brillo a la iglesia en medio de esta noche santa.

Asistencia. Muchos católicos evitan irresponsablemente la Vigilia Pascual porque es demasiado larga, se centra en catecúmenos que nunca han conocido y prefieren una tradición diferente de adoración en la mañana del Domingo de Pascua. Algunos que asisten a la Vigilia Pascual por primera vez se preguntan erróneamente si cumple con su obligación de asistir a la Misa del Domingo de Pascua.

La Vigilia Pascual es la madre de todas las vigilias y liturgias de la Iglesia. El Exsultet explica por qué, pero pocos católicos lo escuchan. En un momento en que los obispos de los Estados Unidos están invitando a todos los católicos a participar en un Renacimiento Eucarístico de tres años, un comienzo apropiado sería con la Vigilia Pascual. En cada Misa, los católicos reciben el Cuerpo y la Sangre de Cristo Resucitado. En cada Vigilia Pascual, los católicos se reúnen para su primera comunión con Cristo Resucitado en el tiempo de Pascua.

Cantante. Tradicionalmente, un diácono canta el Exsultet, que muestra su conexión con el Evangelio de la Resurrección, que proclamará en el ambón. Al inicio de la vigilia, el diácono se acerca al mismo ambón para proclamar los efectos de la Resurrección. Sin embargo, la música es compleja y las rúbricas ahora permiten sabiamente que otra persona cante. El mensaje es tan fuerte, tan gozoso y tan transformador, que un cantante hábil, lleno de fe y alegre será la mejor manera de comunicarlo a la gente. El diácono puede ceder el paso a otra persona. La comunidad merece escuchar bien cantado el Exsultet.

Ortografía. Este no es un gran problema, pero la ortografía correcta de Exsultet incluye la letra «s». Una palabra diferente, «exaltar», significa «alabar» y proviene de palabras latinas que se refieren a algo elevado. Pero «exultar» proviene de las palabras latinas que se refieren a saltar, que ingresaron al francés y al inglés para describir cocinar con aceite en una sartén: saltear. La palabra “Exsultet” incita al cantante a saltar de alegría, sin temor a perderse la siguiente nota.

Fe. El mensaje de que “Esta es la noche” pretende calar en los huesos de los creyentes. Cuando el Exsultet pide al Padre que deje perseverar la luz de esta vela hasta el amanecer, quiere decir hasta el amanecer eterno. El mensaje paradójico de la luz en la oscuridad debe resonar en los creyentes cada nuevo día hasta el fin de los tiempos. Todos enfrentan lo que identifica la quinta proclamación: “maldad”, “faltas”, estar “caídos”, “dolientes”, “odio” y oponentes “poderosos”. Ante tal oposición, los humanos reaccionan impulsivamente con preocupación y lágrimas. El Exsultet difunde estas preocupaciones. La desesperación es imperdonable. Ninguna oscuridad puede borrar la luz de Cristo. El amanecer de cada nuevo día recuerda a los cristianos que la noche no dura. Pueden mirar la muerte y ver la vida. Incluso cuando los cristianos experimentan lo que parece una noche interminable, el Exsultet les da fuerza. “Esta es la noche” en la que Cristo redime. Es “brillante como el día, deslumbrante… y lleno de alegría”.

EL PADRE PAUL TURNER es párroco de la Catedral de la Inmaculada Concepción en la Diócesis de Kansas City-St. Joseph. Es autor de “Gloria en la Cruz: Semana Santa en la Tercera Edición del Misal Romano” (Liturgical Press, $24,95).

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Cantando lleno de alegría

“Así podremos cantar llenos de alegría, junto con la Iglesia, las palabras del Exsultet: ‘Cantad, coros de ángeles… ¡alegraos, oh tierra!’ La Resurrección es un acontecimiento cósmico que incluye el cielo y la tierra y los une. Una vez más, con las palabras del Exsultet podemos proclamar: ‘Cristo… que resucitó de entre los muertos y derramó su luz pacífica sobre toda la humanidad, tu Hijo que vive y reina por los siglos de los siglos’. ¡Amén!»

— Papa Benedicto XVI, Homilía en la Vigilia Pascual, 15 de abril de Thepriest.com

¡Tengo sed!. Tener sed de Dios es una necesidad fundamental del diácono

Como director espiritual, a menudo pregunto a mis diáconos dirigidos: “¿Cuál es su deseo más profundo en oración?” Invariablemente, lo que escucho como respuesta es un anhelo de una mayor intimidad con Dios y el no saber qué impide su crecimiento espiritual. Los diáconos en dirección espiritual anhelan estar con Dios en oración y encontrarlo en el ministerio activo. Desean eliminar los impedimentos en el camino. Tienen sed de ello.

He llegado a comprender que todos los diáconos deben convertirse en hombres sedientos. Me preocupa que no siempre seamos conscientes de esta necesidad fundamental en nuestra vida interior.

Así como Jesús gritó en la cruz ese día en el Gólgota: “Tengo sed”, nosotros los diáconos, desde las cruces de nuestras propias vidas, clamamos al Padre: “¡Tengo sed de ti!” Tenemos sed de conocer el amor de Dios. En verdad, fuimos creados, existimos y hemos sido ordenados para la intimidad con el Padre que nos ama y para la unión con su Hijo con quien hemos sido configurados. Estamos inquietos hasta que estemos en comunión con el Padre y su voluntad. Esta sed, arraigada en la naturaleza humana y renovada en el bautismo, se amplifica enormemente en las órdenes sagradas a través de nuestra configuración con Jesús como el hijo obediente que fue enviado a la humanidad sufriente.

En el momento de la ordenación nos afligía una sed, una profunda sed purificadora. Clamamos al Padre: «Tengo sed de ti». Cuanto más nos sometemos a su voluntad y abrazamos una vida de oración, más sed tenemos, hasta que finalmente nos rendimos a la venida de Jesús y sus misterios de siervo a nuestras vidas, y poco a poco comenzamos a experimentar su transformación.

Es una lucha. Requiere una purga de nuestros apegos preferidos. ¿Que son esos? ¿Qué nos impide aceptar esta purificación? ¿Qué obstáculos nos distraen y entumecen, inhibiendo nuestro abrazo de la vida interior ?

Son, creo, nuestras heridas espirituales, emocionales y relacionales. Son los impedimentos que nos impiden beber profundamente del amor del Padre y abandonarnos a su voluntad. Son precisamente las cosas que debemos llegar a reconocer e integrar de alguna manera en nuestras historias de salvación personal y en el plan de Dios para toda la humanidad. ¿Podemos presionar nuestras heridas en las heridas de Jesús que nos sanará? Creo que sí, pero necesitamos la ayuda de un director espiritual competente y, para algunos de nosotros, asistencia psicológica.

De hecho, en la dirección y terapia espiritual, poco a poco empezamos a darnos cuenta de que sólo en Jesús encontramos curación. Sólo en Jesús estamos preparados para compartir su visión del Padre que es el único que satisface nuestra sed. Sólo cuando comencemos a integrar nuestras heridas en la totalidad de nuestras vidas (y no las veamos como definitivas o anómalas) se producirá la curación. Sólo cuando reconozcamos a Jesús presente en lo más profundo de nuestras vidas, incluso en las heridas, comenzaremos a conocer el amor sanador del Padre por nosotros.

Con una buena dirección espiritual y psicológica, podemos estar preparados para esta intimidad con Dios dentro de nosotros y unos en otros. Tenemos sed de esta transformación. Anhelamos sufrir esta curación. Ya sea que recurramos al crisol de la oración contemplativa o a las cruces del ministerio activo, sufriremos nuestra sed y anhelaremos su satisfacción.

Hermanos, he llegado a comprender que el poder del diaconado reside en estar tan atrapados y purificados por esta sed que nos convertimos en una presencia purificadora para los demás. Liberados de nuestras heridas nos convertimos en lo que hemos bebido y, con nuestra mera presencia, atraemos a los demás al misterio del amor divino.

Entonces, hermanos míos, ¿cuál es vuestro deseo más profundo? ¿Es estar en Jesús y contemplar el amor del Padre? Tu sed no quedará saciada hasta que hayas bebido profundamente de este misterio. Tu anhelo no cesará hasta que hayas sido arrebatado por Dios mismo.

DIÁCONO ROBERT T. YERHOT, MSW, es subdirector emérito del diaconado de la Diócesis de Winona-Rochester en Minnesota. Es miembro del consejo editorial de Josephinum Diaconal Review y anteriormente ha publicado artículos sobre espiritualidad diaconal.

The-deacon.com

El diácono Robert T. Yerhot

Jesús instituyó el oficio de diácono en la Última Cena, no fue con los «siete»

La hipótesis del establecimiento del diaconado según Dominic Cerrato, diac. Una nueva comprensión de los orígenes del diaconado y la unidad de las órdenes sagradas

¿Cuándo y quién instituyó el diaconado? ¿Por Jesucristo en la Última Cena, o por los apóstoles como respuesta a las nuevas necesidades ministeriales de la Iglesia? ¿Cómo se relacionan entre sí los tres grados del orden sagrado (diaconado, sacerdocio y episcopado) y cuál es la base de su unidad? El diácono Dominic Cerrato aborda estas preguntas en un nuevo e innovador ensayo publicado en la revista teológica Nova et Vetera . Titulado “La hipótesis del establishment: hacia una teología más integrada del Orden Sagrado”, este ensayo ofrece una propuesta para comprender los orígenes del diaconado que se basa en el Misterio Pascual de Nuestro Señor y en la filosofía personalista del Papa San Juan Pablo II.

Cerrato comienza destacando la lamentable falta de una teología cohesiva del diaconado en la Iglesia. La razón de esto, dice, radica en el hecho de que el enfoque de la comunidad teológica en el orden sagrado ha estado históricamente dirigido al sacerdocio, y esto se debe a la conexión intrínseca entre los sacerdotes y la Eucaristía. Si bien es comprensible, el resultado ha sido una comprensión empobrecida del diaconado. Además, la disminución del lugar del diácono en la triple jerarquía de las órdenes ha llevado a una valoración insuficiente del sacramento en su conjunto.

Cerrato utiliza la imagen de un tríptico (una obra de arte dividida en tres paneles unidos por bisagras) para ilustrar este punto. Así como un tríptico, cuando un panel está parcialmente cerrado, no logra revelar completamente la intención de su artista, así también se impide una comprensión teológica completa de las órdenes sagradas cuando uno de sus niveles –es decir, el diaconado– no está completamente “extendido” y comprendido.

La solución, sostiene Cerrato, es llegar a una comprensión más unificada del sacramento. El medio para lograr esto es lo que él llama la «hipótesis del establecimiento».

En la última cena

En pocas palabras, la Hipótesis del Establecimiento es una propuesta de que el Sacramento del Orden Sagrado en sus tres niveles (diácono, sacerdote, obispo) tiene sus raíces en el Misterio Pascual de Jesucristo y en las palabras y hechos de Jesús en la Última Cena. La Última Cena, sostiene Cerrato, no fue simplemente parte del Misterio Pascual sino una encapsulación del mismo: “Lo que Jesús dijo el Jueves Santo, en realidad lo hizo el Viernes Santo”. Si hay alguna unidad en los tres niveles de las órdenes sagradas, argumenta, debemos mirar primero a la cena final del Señor con sus apóstoles para evidencia de ello.

La Iglesia ha sostenido durante mucho tiempo que el sacerdocio fue instituido por Jesucristo en la Última Cena. A sus palabras sobre el pan y el vino, identificando estos elementos como su cuerpo y su sangre, Jesús añadió el mandato a sus apóstoles: «Haced esto en memoria mía» (Lc 22,19; cf. 1 Cor 11,24-25). Al hacerlo, el Señor “los constituyó sacerdotes del Nuevo Testamento”, como enseñó explícitamente el Concilio de Trento.

Pero ¿qué pasa con el diaconado? La mayoría de los tratamientos estándar de sus orígenes se centran en la selección de los apóstoles y la imposición de manos sobre los siete hombres en Hechos 6:1-6 como el momento en que surgió el orden de los diáconos en la Iglesia. Sin embargo, si este es el caso, entonces parecería que el diaconado no fue instituido directamente por Cristo, sino que surgió como una expansión apostólica de las sagradas órdenes después de la ascensión del Señor. Si bien tal desarrollo podría verse como un uso legítimo de la autoridad eclesial de los apóstoles, también parecería socavar cualquier reclamo de la unidad de las órdenes sagradas como una jerarquía triple instituida directamente por Cristo.

Cerrato resuelve este aparente enigma señalando que, en la Última Cena, Jesús realizó no una sino dos acciones significativas, y emitió no uno sino dos conjuntos de mandatos a sus apóstoles: la institución de la Eucaristía acompañada de la directiva: “Hagan esto en memoria mía”; y el lavatorio de los pies de sus discípulos acompañado del mandatum: “Como yo he hecho con vosotros, también vosotros hagáis” (Jn 13,15).

Ya en su ministerio público, Jesús se había identificado como alguien que sirve y que se ofrecería en sacrificio: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10,45).

Como observa Cerrato, en esta única declaración Jesús se identifica a sí mismo como diácono y sacerdote: diácono en cuanto siervo, y sacerdote en cuanto se ofrece a sí mismo en sacrificio. En la Última Cena, solidificó esta doble identificación en sus acciones duales de lavar los pies e instituir la Eucaristía, y dio a sus apóstoles una participación en ambas identidades por medio del mandatum y el mandato de celebrar la Eucaristía en su memoria.

Institución de…

En cuanto a la tendencia tradicional de ubicar el establecimiento del diaconado en la elección de los siete hombres en Hechos 6, Cerrato hace una distinción clave entre la institución de (1) el oficio diaconal y (2) el orden diaconal. El primero, afirma, fue inaugurado en la Última Cena por medio del mandatum, mientras que el segundo nació cuando los apóstoles seleccionaron e impusieron las manos a los siete. Comparando el proceso con las etapas de la concepción y el nacimiento, Cerrato sostiene que primero se debe establecer un oficio de diácono antes de que uno pueda ingresar a la orden de diácono.

La idea de que Jesús instituyó el oficio de diácono en la Última Cena no es original de Cerrato; Como señala en su ensayo, tanto las fuentes antiguas (por ejemplo, el documento del siglo III conocido como “ Didascalia Apostolorum” ) como los teólogos modernos (por ejemplo, el diácono James Keating y el cardenal Walter Kasper) han establecido la conexión entre el pie lavado y diaconado. Donde Cerrato abre nuevos caminos es, primero, en sus esfuerzos por anclar más completamente esta conexión en el Misterio Pascual y, segundo, integrando elementos de la filosofía personalista en la Hipótesis del establishment.

En su nivel más básico, el personalismo puede entenderse como una filosofía que toma a la persona humana como base de toda reflexión filosófica. Su defensor católico más famoso hasta la fecha ha sido el Papa San Juan Pablo II, quien como sacerdote-filósofo Karol Wojtyla y más tarde como Obispo de Roma se basó en gran medida en conceptos personalistas en su enseñanza, especialmente en su Teología del Cuerpo. Uno de los elementos clave del personalismo que Cerrato desarrolla en su Hipótesis del establishment es la noción del amor como autodonación. Este concepto encuentra una hermosa expresión en el documento del Concilio Vaticano II Gaudium et Spes , que afirma: “El hombre… no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino mediante un sincero don de sí mismo” (n. 24).

Cerrato aplica la idea de la donación de sí mismo a las órdenes sagradas al proponer que tanto el diaconado como el sacerdocio son parte de una serie de “donaciones sucesivas de sí mismo” enraizadas en el Misterio Pascual. En la Última Cena, Jesús anticipó su ofrenda sacrificial en la cruz al día siguiente. También dio dos conjuntos de mandatos a sus apóstoles (uno durante el lavatorio de los pies y otro durante la comida) en los que instituyó el diaconado y el sacerdocio, respectivamente. Habiendo recibido estos obsequios del Señor, los apóstoles los transmitieron a los obispos, quienes a lo largo de los siglos han transmitido estos obsequios a los diáconos y presbíteros mediante el acto de ordenación. Luego, los diáconos y los sacerdotes transmiten estos obsequios a los laicos a través de su ministerio diaconal y sacerdotal, y los laicos luego transmiten lo que han recibido al resto del mundo.

Dos contribuciones clave

La hipótesis del establishment hace varias contribuciones importantes a la teología de las órdenes sagradas. Me centraré en dos. En primer lugar, proporciona una explicación sustantiva y altamente creíble de la unidad de las órdenes sagradas basada en el Misterio Pascual de Cristo. La aceptación generalizada de las afirmaciones de Cerrato podría contribuir en gran medida a resolver muchas cuestiones de larga data sobre la naturaleza del diaconado, entre ellas el debate actual sobre la admisión de mujeres al orden diaconal.

Algunos partidarios de hacerlo argumentan que debido a que el diaconado es una orden bastante distinta del sacerdocio y el episcopado, ordenar mujeres como diáconos no tendría ningún impacto en la reserva de la Iglesia de la ordenación sacerdotal a los hombres. Si la comunidad teológica en general considera creíble la propuesta de Cerrato, esta posición sería muy difícil de sostener.

En segundo lugar, el enfoque personalista de Cerrato hacia el diaconado tiene un gran potencial para mejorar y, de hecho, transformar la comprensión que los diáconos tienen de su ministerio de servicio. En lugar de ver el servicio (ya sea litúrgico o caritativo) simplemente como algo que hacen, los diáconos formados en una comprensión personalista de las órdenes sagradas podrían verlo como una expresión de quiénes son, es decir, hombres sacramentalmente configurados con Cristo Siervo.

Dominic Cerrato, diac.

Cuando se lo ve desde esta perspectiva filosófica, se considera que el ministerio eclesial (tanto diaconal como sacerdotal) no se trata principalmente de las funciones que realiza un clérigo, sino más bien del Señor con quien está configurado sacramentalmente en el momento de la ordenación. Basándose en el concepto personalista de irreductibilidad (la idea de que el ser humano no puede reducirse a categorías meramente funcionales), Cerrato señala que “Cristo no ofrece la salvación de manera fría y despersonalizada, sino entregándose de manera profundamente personal. » Una implicación de esta afirmación es que si así es como Cristo se da a sí mismo, el diácono debe hacer lo mismo.

La hipótesis del establishment de Dominic Cerrato marca un importante paso adelante en nuestra comprensión del diaconado y de las órdenes sagradas en general. Merece encontrar su lugar en cualquier futura reflexión teológica sobre el sacramento.

STEPHEN FAHRIG, STD, es profesor asociado de teología bíblica en el Seminario Kenrick-Glennon en St. Louis, Missouri, e instructor en el programa de diaconado permanente de la Arquidiócesis de St. Louis. Es candidato al diaconado.

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El encuentro con Cristo Siervo

En “ Encuentro con Cristo siervo: una espiritualidad del diaconado ” (OSV, $19.95), el diácono Domingo Cerrato expone la hipótesis del establishment. El fundamento del diaconado del diácono, el fundamento mismo de su ministerio, es la comunión íntima con Cristo Siervo. Esta comunión se origina y profundiza en la vida interior, y es aquí, a través de la oración y la meditación, donde verdaderamente descubre a Dios a nivel personal y, al mismo tiempo, se descubre a sí mismo de manera más profunda. Una relación íntima con Cristo Siervo abrirá a los diáconos y candidatos a diáconos a su verdadera identidad y su misión, como heraldos del Evangelio de Cristo.

por Esteban Fahrig

Los diáconos que acompañan al incensar

– Si hay un diácono acompaña al celebrante mientras turifica.

– Cuándo celebra un obispo en la primera primera incensación, es acompañado por los dos diáconos asistentes, pero en la liturgia eucarística le acompaña solo uno de servicio.